(Un
comercial: dentro de 11 días este blog cumple un año, que rápido vuela el
tiempo. Con este son 20 libros que he querido compartir con ustedes y espero
que sean muchos más.)
Este
libro lo tenía hace más de un año en una gaveta de mi oficina, no lo había
leído principalmente por olvido. A pesar de todo lo triste que sucede, es una historia
muy bonita, en donde leer ayuda a Liesel a salvarse del mundo real, las
palabras le dan sentido a su vida (me parte el alma que los niños pierdan la
inocencia de maneras tan crueles: pobreza, hambre, guerra, muerte, abandono).
Liesel
es la protagonista, ella se va a vivir con sus padres adoptivos Rosa y Hans Hubermann;
en lo personal mi personaje favorito es Hans, considero que es un hombre
sumamente bueno y con un corazón enorme, de esos que no caben en el pecho. El mejor amigo de Liesel es Rudy; Ilsa es la señora que tiene una gran biblioteca en Liesel robó en un par de ocasiones.
Quien
cuanta la historia de la ladrona de libros es la muerte, este fragmento me
llamó mucho la atención: “Lo cierto es
que los años en que duró la hegemonía de Hitler, nadie logró servir al Führer
con mayor lealtad que yo. El corazón de los humanos no es como el mío. El de
los humanos es una línea, mientras que el mío es un círculo y poseo la infinita
habilidad de estar en el lugar apropiado en el momento oportuno. La
consecuencia es que siempre encuentro humanos es su mejor y su peor momento.
Veo su fealdad y su belleza y me pregunto cómo ambas pueden ser lo mismo. Sin
embargo, tienen algo que les envidio: al menos los humanos tienen el buen
juicio de morir.”
Cuando
Liesel aprende a leer también aprende que las palabras son importantes, que los
libros tienen un valor considerable, que es poco conocido. Por situaciones del
destino en la casa de los Hubermann deben ocultar a un judío llamado Max, se
convierte en alguien importante para Liesel, pero un día enfermo gravemente y
no despertaba:
“Liesel escondió El repartidor de
sueños debajo de la chaqueta y empezó a leerlo en cuanto llegó a casa. En la
silla de madera que había junto a la cama, abrió el libro y susurró:
-Max, es nuevo. Solo para ti. –Empezó a
leer–. “Capítulo uno: Que oportuna coincidencia que todo el pueblo durmiera
cuando nació el repartidor de sueños…”
Liesel le leía dos capítulos cada día.
Uno por la mañana antes de ir al colegio y otro al regresar a la casa. Algunas
noches, cuando no podría conciliar el sueño, también leía medio capítulo más. A
veces se dormía medio desmoronada a los pies de la cama.
Se convirtió en su misión.”
Al
final la novela me dejó con la garganta seca, era de esperar que no todo
quedara con un final feliz, pero les puedo asegurar que es un libro que vale la
pena.