jueves, 14 de julio de 2016

Mariola de Ana Isabel Azofeifa

Autora Puriscaleña, editorial EUNA. Este libro y “Apis” de la misma autora, me los regaló mi hermana ya hace rato. Se lee muy rápido, en menos de una hora. Entre abejas sin aguijón, un indio de Bagaces y muchos costarriqueñismos se cuenta la historia de una princesa.

Yo soy fiel seguidora de todo lo tico-nacional (lo que es bueno), música, autores, deportistas, bailarines, artistas, entre otros. Me gusta apoyar el talento que hay en Costa Rica, a los que le ponen bonito, los que muestran nuestra identidad. Amo estos 51.100 km² de tierra, que ha visto nacer a grandes seres humanos, que nos han dejado en alto a nivel mundial, que nos han llenado de orgullo y felicidad (bueno mucha miel).

Una parte del glosario que esta al final del cuento: acabangado es alguien que esta triste, confisgada es una persona pícara o traviesa, bretear es trabajar, ña lo usaban los campesinos para decir señora, la pelona es la muerte, marimba es un instrumento música muy popular en Guanacaste (Costa Rica).


Aquí una foto de la portada del libro.


lunes, 11 de julio de 2016

Bipolar de Terri Cheney

Un trastorno bipolar por lo general no le permite a la persona darse cuenta que lo está sufriendo. La persona no tiene un adecuado desarrollo en la sociedad ya que está en constantes extremos del estado de ánimo, que al estar implicados los neurotrasmisores se hace necesario el medicamento diario. Si la persona logra caer en conciencia, podría buscar ayuda.

Lo leí hace como cinco años. Un libro de 367 páginas, que desde el principio se nos advierte que será un rumbo caótico e imprevisible. Una mujer que había probado cuanta droga prescrita existía en Estados Unidos, que trabajaba como abogada en un lugar en donde se desconocía que estaba en tratamiento. Una persona que desnudo su alma y sus recuerdos para contar algunos momentos de lo que es ser bipolar.

Obviamente compre el libro por el título. Pienso que los relatos le dan más sentido a la teoría, este en particular es como un diario. Puede ser chocante porque ella es una persona con dinero; no es autora por lo que el desorden en la historia refleja su condición.

Terri escogió morirse un 24 de diciembre (época muy utilizada para el suicidio), pero fue “salvada” por un extraño sujeto. Sus constantes discursos inconscientes hablaban de muerte, por lo que el terapeuta le recomendó hospitalizarse. Después de una serie de eventos logra salir adelante:


“Para mi sorpresa, han pasado varios años desde que tuve un episodio maniaco grave, más todavía desde que traté de suicidarme. La estabilidad parece algo muy precario, depende solo de la dosis correcta prescrita por el médico apropiado… Vivir no es sencillo, pero ahora es más fácil.”

domingo, 10 de julio de 2016

El hombre en busca del sentido de Viktor Frankl

En varias clases de la universidad se nos habló de este libro, yo soy Psicóloga, y hasta hace poco lo pude leer. El autor creo la logoterapia como método psicoterapéutico, pero en si lo que más trasciende o lo que la mayoría de personas asocia más este libro fue la experiencia que vivió el autor en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

Últimamente he leído varias historias de la guerra, un episodio devastador, el periodo oscuro de nuestra humanidad, el cual se vuelve más duro cuando le ponemos rostro con historias como esta. Las estadísticas dicen que un 3% de la población mundial murió durante la Segunda Guerra Mundial, un número terrible, lleno de crueldad y espantosos asesinatos; que al leer libros como este, los que no vivimos en esa época se nos hace difícil comprender tanta maldad junta.

La muerte emocional de los prisioneros, el trabajo forzoso, los golpes y la mala alimentación eran solo una parte de la lista diaria, a la que se sumaban la falta de sueño y la falta de sentimientos. Este libro es triste en cada página. Nos sacude bastante en todas las descripciones.

Me considero una persona bastante positiva, que siempre trato de buscar la parte buena de las cosas, por lo que quiero copiar este fragmento, que todavía es más fuerte y positivo de lo que mi mente podría pensar:

“Cura médica de almas.
Recurrí al más trivial de los consuelos. Dije que, a pesar de estar en el sexto invierno de la Segunda Guerra Mundial, no estábamos en la peor de las situaciones. Dije que cada uno podría preguntarse qué pérdidas irreparables había sufrido hasta el momento, y di por sentado que serían escasas. Los que aún estamos con vida teníamos razones para la esperanza: la salud, la familia, la felicidad, la capacidad profesional, la fortuna material, la posición social… Todas esas cosas podían recuperarse. Al fin y al cabo, todavía teníamos los huesos sanos. Nuestras vivencias en el campo podrían resultar provechosas en el futuro… Y cité a Nietzsche: “Todo lo que me destruye me hace más fuerte.”
Luego aludí al futuro. Afirmé con sencillez que, sin duda, este se presentaba bastante negro. Admití que cada uno podía aventurar que sus posibilidades de sobrevivir eran mínimas. Les explique que, aunque todavía no había irrumpido ninguna epidemia de tifus en el Lager, estimaba que mis posibilidades de supervivencia eran de una en veinte. Pero también les dije que, aun así, no tenía intención de perder la esperanza y tirarlo todo por la borda, pues nadie sabía lo que el futuro nos podría deparar, ni siquiera en la hora siguiente. Y aunque no cabía esperar ningún “milagro” militar en los próximos días, nadie conocía mejor que nosotros, con nuestra larga experiencia en el campo, los vaivenes de la suerte, al menos individualmente.”